viernes, 3 de abril de 2015

Carcel, hospital, panteón

¿Cuál es nuestro objetivo en esta vida? 

Hacer dinero, una carrera, una pareja, hijos, tener reconocimiento, cumplir con lo que dicta la sociedad, proteger nuestro orgullo.... estas y muchas otras cosas son posibles respuestas a la pregunta de objetivo de la vida y seguramente son válidas dependiendo de la persona que conteste esta pregunta. Sin embargo, ¿es esto suficiente?

En mis años de escuela, yo fui un alumno bueno, incluso destacado, con muy buenas calificaciones y frecuentemente un "ejemplo" a seguir para mis compañeros y familiares. Irónicamente no me gustaba la escuela, pero desde hace mucho tiempo, yo tenía clara una cosa: debía luchar y esforzarme para conseguir lo que deseaba, y aunque el estudio no representaba mi meta, si era el camino para llegar a ella. Quería tener un buen trabajo, que me permitiera ganar dinero, viajar, tener mi auto, tener mis cosas, mi casa, no depender de nadie más. Pasó el tiempo y lo logré, terminé una buena carrera y de menos a más he podido conseguir un mejor trabajo que me ha permitido darme los gustos que antes mencioné. Pero eso no es lo único que me ha dejado el tiempo, ya que en el camino que tomado, grandes personas han caminado a mi lado, aportando a mi persona y al ser que soy hoy. Personas, humanas, con sentimientos, ideas, errores y virtudes, pero que han abierto su confianza y su ser a mi. Personas con las que he reido, llorado, con las que me he enojado y gritado, de las que me he decepcionado y que me han lastimado, pero tambien con las que he vivido mi vida... indudablemente, yo no sería la persona que soy sin cada una de estas personas. Empezando por mi familia, llegando a mis amigos, a todos los valoro y agradezco su existencia y, aunque sigo decidido a luchar y seguir superandome para obtener todas las cosas materiales que antes dije, ya no las quiero para mi mismo, por lo menos no solo. Las quiero para poder compartirlas con las personas que quiero en el fondo de mi corazón, con aquellas personas que son parte de mi alma y a de las que decidí estar cerca. Aquellas que personas que valen tanto para mi, por las que estoy dispuesto a llegar a sacrificar lo que tengo y llegar a la carcel, al hospital o al mismo panteón, sin vacilación alguna, incluso si es totalmente irracional o ilógico, pero lo haré por que así lo siento en el fondo de mi ser y por que siento una gran felicidad en hacerlo, así nada más, en la acción misma, sin esperar un agradecimiento o una retribución adicional... no!! Basta con sentir que hice lo que creo.

Bueno, si hay un gracias que hace falta, pero es aquel que yo debo dar, con la vida, con mi familia, con mis amigos, con cada persona que he compartido e, incluso, con cada persona que me he enfrentado. Gracias y también perdón, por aquella ofensa que haya hecho, ya sea por mi incapacidad de llagar más lejos en este momento o por que mis ideas sean diferentes. 


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